TRES HORAS EN MI CAFETERÍA FAVORITA

TRES HORAS EN MI CAFETERÍA FAVORITA
(por Lucy Sombra)
(Cuadro de Thomas Saliot)

Tres horas en mi cafetería favorita. Tres horas corrigiendo redacciones ('Does money bring happiness?') con mi boli verde y mi portátil y de fondo una conversación pesada y repetitiva como el zumbido ese rítmico y aburrido de la Fórmula Uno: la chica que es Madre por-encima-de-todas-las-cosas habla de su nena. La nena está presente, expuesta como un ser fabuloso o mitológico encima de la mesa y sólo habla La Madre-por-encima-de-todas-las-cosas de lo que hace la nena, cómo come la nena, cómo juega en casa la nena, cómo es eso que le sale aquí a la nena cuando sonríe, cómo es la carita esa que se le pone cuando le haces así en la barriguita, cómo hace cuando vienen los abuelos la nena, cómo es todo desde que entró en la guardería la nena, cómo gestionan las rabietas de la nena, cómo se educa a la nena, cómo en la cumbre más alta de la modernidad (donde La Madre-por-encima-de-todas-las-cosas se ha instalado) sigue saliendo por las tardes a tomar café con sus amigas y su nena. 

Todas las amigas comensalas invitadas a participar de esta gran fiesta que es la maternidad monologada están calladas y de vez en cuando sacan el dedo índice para que la nena socialice o se la turnan y se la pasan como si fuera una estatuilla sagrada, un objeto de veneración. De repente es 1964 y soy testiga de la Mística de la Feminidad. Quiero decir algo sobre reivindicar una maternidad que no sea un coñazo, pero me callo. Quiero decir que existen madres que hablan más allá de sus hijxs, pero me callo. Quiero decir que un hijx a veces es un hueco que llevas dentro, que la soledad no se combate reestructurando las habitaciones de una casa, que tener tu vida y tu propia conversación no te convierte en una mala madre.

 Pero no digo nada, ¿quién soy yo para secar esos ojos temblones y acuosos como de Candy Candy manga que tiene La Madre-por-encima-de-todas-las-cosas mientras se tira tres horas monologueando sobre su nena? Hay pocas cosas en el universo más aburridas que una Madre-por-encima-de-todas-las-cosas hablando sin parar de las anécdotas, ocurrencias, momentazos y hazañas de su nena. Estaba esperando todo el rato que alguna de las comensalas dijera algo y cambiara esa diarrea homogénea por algo más sólido, más interesante. Pero no. Quizá las comensalas también tengan hambre de hijx. Quizá las comensalas también quieran reestructurar habitaciones y ponerle algún nombre new age a su soledad y venerarla por encima de todas las cosas. 

Ya de vuelta a mi casa, dispuesta a ponerme alguna peli gore que estuviera a la altura del regusto que me había dejado la tarde, fantaseaba con la idea de que quizá las comensalas saldrían de la cafetería (a la hora que la nena marca que ya hay que irse a casa a mimir) y acabarían locas a chupitos y cubatas hablando sobre pollas y estilos de felar y ese último vídeo que pasaron por el grupo de wasap donde un tipo se corre como litros y litros sobre una chica china o japonesa que está súper agobiada y no sabe qué hacer con tanto semen, pero que al parecer está trucado y es una prótesis y, ¿hola? Tía, el tamaño de los huevos del payo del vídeo no me parecen tampoco normales, ¿tú lo has visto?

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